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COMAYAGUA

S anta María de La Nueva Valladolid de Comayagua, o simplemente Comayagua, fue fundada por orden del adelantado de Yucatán, Don Francisco de Montejo, quien recomienda a su capitán don Alonso de Cáceres que funde una villa en un paraje que estuviera equidistante de los dos océanos y entre Guatemala y León, Nicaragua.

Así el 8 de Diciembre de 1537, en nombre del Rey de España Carlos I y de María Santísima de la Concepción tomó posesión del lado norte de la ciudad.

El Rey Felipe II le confiere el titulo de ciudad en 1557.
Su posición estratégica le permite en pocos años convertirse en la sede del poder eclesiástico, del poder civil, centro económico y centro cultural.

Después de la Independencia de España, en 1821, se convierte en capital.

Hoy en día, Comayagua es una ciudad de muy fácil acceso. La principal carretera del país pasa por un costado de la ciudad comunicándola convenientemente con las Ciudades de Tegucigalpa (a unos 80 Km. de distancia hacia el sur) y San Pedro Sula (a unos 140 Km. de distancia hacia el norte. Situada a una altura aproximada de 550 metros sobre el nivel medio del mar y en el centro de un extenso valle, rodeada de majestuosas montañas, Comayagua ofrece un clima cálido que refresca agradablemente por las noches.

La ciudad está construida de acuerdo al antiguo sistema español, basado en una plaza central trazada cuadriculadamente, cuenta con varias construcciones que guardan una rica historia del pasado de Honduras. Destacan la Catedral, las iglesias de La Merced, La Caridad, San Francisco y San Sebastián, así como la sede del Obispado y la sede del Museo de Arqueología de Comayagua, que en su tiempo fue la Casa Presidencial, el Congreso Nacional y el Palacio de Justicia de la Suprema Corte de Justicia.

Quizás el aspecto más sobresaliente de la ciudad como atractivo turístico, además de su rica arquitectura colonial y sus museos, es la tradicional celebración de la Semana Santa. La celebración comienza el Domingo de Ramos y termina el Domingo de Pascua. Durante este período de tiempo, la ciudad se sume en un proceso de contemplación por la pasión de Cristo y lleva a cabo una serie de procesiones, algunas con un carácter único. Sin dudas, el evento más atractivo es la elaboración de alfombras de aserrín que se lleva a cabo en las calles de la ciudad para prepararle y hacerle más agradable a Jesucristo el camino rumbo a la cruz.